La digitalización es un fenómeno que ha arrancado para no detenerse. Afecta a nuestro modo de vida y, por supuesto, también al mundo laboral, transformándolo de forma determinante.

Uno de los cambios que ha traído a los entornos laborales la transformación digital es el paso de la homogeneidad a la disparidad, lo que hace que la organización laboral no sea nada sencilla.

En la actualidad, los puestos directivos y de liderazgo deben atender esta diversidad, siendo conscientes de que muchas veces la integración dentro de los equipos o plantillas puede no resultar sencilla.

No debemos olvidar que la diversidad siempre es algo positivo, que enriquece los entornos en los que se encuentra y que aporta gran cantidad de puntos de vista, modos de entender la vida y trabajar distintos, que pueden llevar a formas de hallar soluciones útiles y creativas para resolver problemas.

Sin embargo, son varias las situaciones negativas que podrían producirse en el seno de estos grupos dispares: diferencias, roces, exclusión, malentendidos y matices, que dificultan la comunicación y el buen ambiente.

Por ello, los profesionales en puestos de responsabilidad y gestión de personas deben estar preparados para las nuevas diversidades que llegan para enriquecer los entornos, recordando cuidar el ambiente para que todos los miembros se sientan incluidos y valorados.

El coaching es una de las disciplinas que ayudan a gestionar dichos entornos de forma óptima. Por ejemplo, identifican habilidades predominantes sobre las que actuar, además de identificar personalidades y comportamientos, planteando preguntas y actividades para buscar los puntos comunes en lugar de las diferencias.

Y es que, el objetivo principal siempre debe ser que cada miembro aprenda de los otros, que las personas sean tratadas y juzgadas de forma individual, no solamente como parte de algo mayor, es decir, humanizándolas.

El resultado de conseguir estos objetivos es encontrarse inmerso en un clima de respeto y bienestar, de trabajadores que se sienten seguros, cómodos y empoderados a pesar de las diferencias entre compañeros.

¿Cómo no? Este buen clima repercute positivamente en las organizaciones, que se revisten de eficacia, innovación y adaptación tanto al cambio, como a las necesidades del mercado.

Las diferencias, por tanto, deben gestionarse con tolerancia, empatía, respeto y flexibilidad para transformarlas en enriquecimiento y sinergias, ya que cada persona es única y tiene un único potencial que inunda todo su entorno, pudiendo desarrollarlo.

En la heterogeneidad, sin duda, reside un gran poder y valía muy beneficiosos para las relaciones internas y externas de cualquier entidad. La multiplicidad brindada por cada persona amplía infinitamente el número de perspectivas. ¿Estás preparado para afrontar esto?

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