Llevar el mando de cualquier proyecto nunca es fácil, y, en algunas ocasiones, son muchos los obstáculos que hay que ir sorteando para conseguir el objetivo final. Pero, en la actualidad, existen nuevas metodologías muy efectivas y recomendables que sirven para agilizar el proceso de gestión.

Para lograr comprender a la perfección de qué estamos hablando, os haremos una breve descripción de lo que es la metodología Agile y en qué consiste. Como su nombre indica, esta técnica trata de agilizar los procesos tradicionales de gestión, y, tras su irrupción en los años 90, son muchos los que se han querido sumar a esta revolución que muchos tachan de ‘hecho histórico’.

Cansados de los métodos habituales, en los que resultaba bastante tedioso y complicado liderar correctamente un proyecto, surgió el ‘Manifiesto Agile’ para revolucionar la industria del desarrollo de software. Atrás quedaron las técnicas en las que se dejaba de lado la satisfacción del cliente o las conversaciones cara a cara. El principal objetivo de este proceso es asegurarse de que cada proyecto que se entrega cuente con una calidad excepcional y se haga en el menor tiempo posible, a diferencia de los que se llevaban a cabo anteriormente.

Es por ello por lo que los pilares fundamentales en los que se cimentan las Herramientas Ágiles son los siguientes: mejora de la calidad, mayor compromiso, rapidez y aumento de la productividad. Pero dentro de esta rama de trabajo, existen muchas otras que la complementan como Scrum, Kanban y Scrumban.

Si bien son muchas las diferentes herramientas que se pueden utilizar para conseguir acelerar estos procedimientos, en función del tipo de proyecto que se deba entregar se escogerán unas u otras. Pero, a pesar de poder existir variables dentro de este mismo sistema, éstas son tres de las opciones más escogidas:

  • Tareas o columnas de natación: si lo que necesitas es mantener un orden claro y conciso, sin duda esta es una de las mejores formas para lograr que no se te escape ningún detalle. Consiste en hacer separaciones mediante la asignación de tareas específicas a los diferentes miembros, a través de tarjetas que se arrastran y se sueltan mediante los carriles que se forman.
  • Reuniones diarias: tras revisar previamente el seguimiento del proceso, se convocan reuniones diarias para discutir sobre el correcto funcionamiento y el enfoque que se quiere dar.
  • Gráfico de velocidad: los gráficos, al ser tan visuales, consiguen que se entienda a la perfección lo que se quiere mostrar. Es por eso por lo que, para verificar cómo está siendo el ritmo de trabajo, se utilizan este tipo de presentaciones. Además, en ellos también se refleja qué volumen de trabajo se ha finalizado y cuál es el restante que hay que abordar.

La clave del éxito está en lograr una comunicación efectiva entre miembros de un mismo equipo, lo que implicará a posteriori que aumenten las probabilidades de realizar un proyecto de calidad y, además, se creará un ambiente laboral idóneo.

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